25 de febrero de 2015

¿Celos? Aprende a manejarlos

Todos hemos sentido celos o hemos sido víctima de ellos en alguna ocasión, pero ¿qué son exactamente los celos?

Según recoge Enrique Echeburúa en su libro Celos en la pareja: una emoción destructiva, “los celos son un sentimiento o emoción común, que surge como consecuencia de un exagerado afán de poseer algo de forma exclusiva y cuya base es la infidelidad –real o imaginaria- de la persona amada”.

Basándonos en esta definición entendemos que sentir celos en sí mismo no es perjudicial para la relación, ya que éstos nos ayudan a actuar y ponernos en marcha ante la posibilidad de perder al ser amado. El problema aparece cuando se equivoca o se iguala el amor o cariño con el derecho a poseer a alguien.

Los celos suele ser una emoción que se mantiene a lo largo del tiempo.  Esto es debido a que para aliviar el malestar, la incomodidad y la angustia, se llevan a cabo conductas comprobatorias (llamadas telefónicas constantes, revisión frecuente del whatsapp, atención centrada en conductas sospechosas…) que al producir alivio, se incorporan en nuestro repertorio de comportamientos. Es decir, cada vez que experimentemos celos llevaremos a cabo esas conductas, que en el pasado, nos aliviaron el malestar. Pero esta es una solución a corto plazo, ya que al poco tiempo volveremos a sentirnos sorprendidos por los celos.

Aunque hay personas que son más tendentes a experimentar esta emoción que otras, hay situaciones o momentos críticos que suelen dar lugar a los celos. Alguna de ellas son el comienzo de la convivencia, éxito laboral, infidelidad… Ante estas situaciones, se debe cuidar especialmente a la pareja para que así se reduzca el riesgo de que aparezcan emociones tóxicas. 

Quizás lo importante sería establecer los límites entre los celos “sanos” y los celos patológicos. La línea entre unos y otros se podría establecer en que cuando los celos se vuelven muy intensos, existe una gran dificultad para manejarlos o son constantes, en este caso, estaríamos hablando de celos anormales. Las características de estos serían intensidad desproporcionada,  sufrimiento personal e interferencia en el día a día.
Según lo explicado, da la impresión de que la persona que siente celos es la que más sufre y aunque es una gran verdad, la pareja se resiente inevitablemente. No sólo el clima emocional se deteriora sino que la persecución continua, la suspicacia, los interrogatorios… van haciendo mella en la relación y el miembro celoso cada vez pierde más atractivo.

No hay que rechazar los celos, pero si hay que saber manejarlos y controlarlos. El problema no es sentir celos, el problema es cuando los celos te controlan a ti y te perjudican.

Qué puedes hacer para controlar tus celos:
  • Habla con tu pareja sobre las dudas o preocupaciones que tienes. Evita juzgar y escúchale. Confía en él/ella.
  • Elimina todo tipo de rituales comprobatorios (mirar su móvil, hora de la última conexión, oler su ropa…)
  • Controla la ansiedad que te generan los celos. Haz deporte, práctica yoga, realiza respiraciones profundas, haz algo que te entusiasme…
  • Acepta los celos, no luches contra ellos ni los alimentes.
  • Cuestiónate aquellos pensamientos que dan lugar a emociones muy intensas. No confundas los hechos con las atribuciones que realizas sobre ellos.
  • Si consideras o tu pareja considera, que los celos son exagerados y que tus intentos por controlarlos no están dando resultado, quizás deberías acudir a un especialista.

 Paula Gordillo

21 de febrero de 2015

¡Realiza actividades agradables!

Nuestra actividad diaria nos limita muchas veces a la hora de llevar a cabo actividades que nos son gratificantes y con las cuales disfrutamos.
Las obligaciones, el trabajo, los estudios, la familia… se convierten en barreras para el propio disfrute personal; en ocasiones hasta en los días de descanso.

Por esta razón vamos dejando de realizar actividades con las que antes disfrutábamos y cada vez nos cuesta más salir de la rutina y emprender proyectos o planes que nos gustaría realizar. 
Si nos dejamos llevar por el estrés y las responsabilidades, es posible que a pesar de poner en marcha actividades placenteras, no seamos capaces de disfrutar con ellas o pierden el valor debido a que no centremos la atención que se merece.

Estas actividades agradables son diferentes en cada persona, al igual que unos disfrutan leyendo un libro, paseando por el parque, cocinando o cenando con su pareja; otros encuentran el mismo atractivo en los deportes de riesgo, escuchar música, ir al gimnasio o tomar algo con sus amigos.
Lo que es común a todas ellas es el carácter positivo de satisfacción y disfrute que nos aportan, además de la capacidad de absorción de nuestra atención. 
Se recomienda que realicemos tanto actividades en grupo y en pareja como individualmente; siendo esta última la herramienta fundamental para la realización personal y el fortalecimiento individual.


Algunos de los beneficios de la puesta en práctica son:

  • Disfrutar del tiempo libre y del ocio, ayuda a que nuestro estado de ánimo aumente.
  • Fomenta la puesta en práctica y realización de nuevas actividades.
  • Consolida las relaciones sociales y familiares, llevando a cabo una interacción  más positiva.
  • Nos ayuda a afrontar el resto de tareas de una forma mucho más relajada, ya que sabemos que tendremos la posibilidad de desconectar en el momento programado.
  • Nos fortalece ante las dificultades, facilitando la independencia personal y el bienestar.

Por todo ello, dichas actividades deben ser una tarea más en nuestra rutina diaria y con mucha más intensidad en nuestra planificación semanal; marcándolo como obligatorio en nuestras agendas.


Lucía Alonso Pérez

17 de febrero de 2015

¿Qué son las emociones?

Las emociones nos acompañan a lo largo de nuestra vida, en todo aquello que hacemos. Además influyen en el modo en que actuamos, de tal forma que nos mostraremos muy motivados a realizar todas aquellas cosas que nos generen alegría, felicidad… y trataremos de evitar las situaciones que vayan acompañadas de tristeza o miedo; reaccionaremos con enfado ante las cosas que nos molestan y con asco cuando algo nos parece desagradable.

Por ello, podemos decir que las emociones son estados afectivos que experimentamos a diario, todas las personas. Surgen como reacción subjetiva al ambiente, y que generan cambios orgánicos en nuestro cuerpo, como alteración de los sistemas fisiológicos y endocrinos. Las emociones son universales y de origen innato, pero están influidas por la experiencia.


Toda emoción tiene una función, por tanto no existen emociones buenas o malas, todas son necesarias. Son un indicador que nuestro cuerpo tiene, y nos sirven para evaluar y valorar la situación, ayudándonos a reaccionar y adaptarnos a cada una de las situaciones.

Sí debemos tener en cuenta, que en ocasiones la emoción es desproporcionada o inadecuada, es entonces cuando la emoción no es adaptativa. Por ejemplo: Sentirme triste a pesar de haber logrado lo que quería, enfadarme sin motivo, sentir rabia por el éxito de un amigo, estar contento a pesar de que ha sucedido algo malo, etc.

Es entonces cuando no es recomendable dejarse llevar por la emoción, y se aconseja buscar cual es la función real de dicha emoción. (Me siento triste porque el modo de lograr lo que quería ha sido incorrecto, en lugar de rabia siento celos ya que yo he trabajado en el mismo proyecto que mi amigo…)

El trabajo de las propias emociones consiste en el reconocimiento y aceptación de todas ellas, ya sean agradables o desagradables. Esto se realiza de forma progresiva, desde que somos pequeños. No debemos aislarnos de sentir y percibir todas ellas, ya que nos ayudarán a actuar de forma adaptativa en futuras experiencias.

Es recomendable tener en cuenta:
1.-  Debes abrirte a las emociones, no temas sentir tanto cosas positivas como negativas.

2.-  Ponle nombre a esas emociones, no evites reconocerlas. ¿Qué sientes y cómo lo sientes?

3.-  Acepta que las emociones son respuestas naturales, y comprende qué función cumple en relación a la situación que te la ha generado. ¿Qué te dice la emoción?

4.- Actúa en función del mensaje que las emociones te dan, no te dejes llevar por un impulso, primero escucha la emoción y por qué y para qué te sientes así.


Lucía Alonso Pérez

8 de febrero de 2015

Las 10 cosas... Que valoramos de la amistad

1.        Confianza
¿Hay algo más importante que la confianza como base de las relaciones sociales? En la amistad es imprescindible, y se llega a ella demostrándolo día a día con acciones, especialmente en los momentos más complicados.

2.      Respeto 

¿Te has comparado alguna vez con tus amigos? Seguro que sois muy diferentes unos de otros, y sin embargo mantenéis una buena amistad. Ese es uno de los secretos donde reside la amistad, respetar al otro, tendiendo en cuenta las diferencia, con sus defectos y sus virtudes, y lo mejor de todo: ¡Sin juzgar por ello!

3.      Diversión:
¿Quién no se ha divertido con sus amigos? Es una de las razones por las que les elegimos: para pasar un rato agradable con ellos y poder distraernos de nuestro día a día.

4.     Apoyo y comprensión
Los buenos momentos siempre se recuerdan, sin embargo, cuando un amigo nos muestra su apoyo en los momentos difíciles, nos consuela y nos ofrece su ayuda y su comprensión. Estas acciones las valoramos de forma muy satisfactoria y favorece que nos unamos aún más a esa persona.

5.      Comunicación y diálogo
Los buenos amigos se caracterizan por saber escuchar, aquellos con los que puedes mantener una conversación entretenida o discutir sobre temas importantes.

6.     Saber perdonar
No todos tienen esta cualidad, y los que la tienen les hacen muy especiales. En muchas ocasiones, saber perdonar los errores de un amigo es una tarea difícil. Los amigos están para lo bueno y para lo malo, y si realmente es un buen amigo sabrá perdonar.

7.      Confidencia, sinceridad y fidelidad
Seguro que en alguna ocasión le has contado algo a un buen amigo ¿Por qué a el y no a otro? Simplemente porque confías en él y sabes que nunca te va a fallar.

8.      Cariño
El roce hace el cariño. A medida que compartes más tiempo con alguien, ésta te importa más, te preocupas por ella y empiezas sentir afecto hacia esa persona.

9.     Empatizar
¿Habéis vivido una situación en la que alguien sabe cómo te sientes sin ni si quiera haber dicho nada? La convivencia y la comunicación, hace que aprendamos a saber cómo actúan, reaccionan y sienten las personas que tenemos a nuestro alrededor. Un buen amigo sabe además cuando necesitas su ayuda.

10.  Acumular en nuestra memoria buenos recuerdos
La convivencia con nuestros amigos hace que nuestra historia se llene de aventuras y recuerdos. Es en la memoria donde quedan gravados todos estos momentos unidos a emociones positivas. ¡Es así como se mide la amistad!

Equipo Feeling